miércoles, 14 de enero de 2009

Sobre la amabilidad y otros estadios más elevados





Hace unos años tuve varios contactos comerciales con el director de Teinsa (empresa de telecomunicaciones con sede en Valencia). Me impresionó la amabilidad con la que trataba a la gente. Era realmente complicado que te atendiera, pero cuando lo hacía te sentías el centro del mundo.

Yo quiero tener esta habilidad, me dije, y me plantee como objetivo ser amable siempre con todos, independientemente de lo que yo dijera pudiera ser más o menos agradable.

Los que más me conocen saben que, a l menos por ahora, no siempre consigo este objetivo. En ocasiones puedo incluso resultar mordaz.

Esto la verdad es que me causaba frustración y sorpresa. El objetivo a priori no parecía tan complicado de alcanzar.

El libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen R. Covey (os lo recomiendo), me dio la clave de porqué no conseguía algo que yo creía relativamente sencillo. Lo que pretendía hacer no funciona, porque estaba directamente intentando actuar sobre mi conducta, y esto es un atajo que no existe. Tengo que encontrar los principios que rigen la amabilidad y asumirlos. Entonces la amabilidad será algo natural y fluirá sin esfuerzo.

En estas estaba, buscando por todas partes los dichosos principios, cuando leí el Libro del Tao de Lao Tse (es.wikipedia.org/wiki/Laozi) (siglo IV adc), que me recomendó Juan Planes, formador de alto rendimiento personal. La traducción que Juan me facilitó se puede encontrar en gorinkai.com/textos/tao.htm.

Algunos extractos interesantes:

“El sabio no es amable; trata a toda la gente imparcialmente”.

Vale, ya me ha fastidiado, tanta dedicación y ahora resulta que esto de la amabilidad estará bien, pero no es para tanto.

“Si el tao se pierde, queda la virtud;
si la virtud se pierde queda la amabilidad;
si la amabilidad se pierde, queda la justicia;
si la justicia se pierde, queda la religión”.

O sea, que lo que yo creía algo elevado se nos queda en el medio de la tabla. Y encima si no alcanzo la justicia me puedo olvidar de la amabilidad.

Bueno, por ahora sigo detras de los principios que me permitirán ser amable sin esfuerzo. Eso sí, además ahora tengo valorar si en lo de ser justo ya estoy en zona de fluidez.

Ahí voy.