martes, 6 de noviembre de 2012

Lo fácil como arma comercial





Cada vez tenemos menos tiempo para cualquier cosa, cuando algo no nos funciona somos impacientes y abandonamos de modo inmediato. Simultáneamente la tecnología es capaz de realizar cosas cada vez más complejas, fundamentalmente por la capacidad de procesado. Es sorprendente cómo muchas de las cosas hoy posibles lo son simplemente porque hemos sido capaces de disponer de capacidades de cálculo hace poco impensables, los conocimientos ya existían. Un ejemplo muy claro es el reconocimiento de voz, o interfaces hombre máquina como los de algunos videojuegos. Y cuando la tecnología de un nuevo salto en esta capacidad de cálculo veremos seguramente cosas impensables hoy. El verdadero reto está en diseñar soluciones extremadamente potentes y sorprendentemente sencillas.

¿Donde está el truco?

Sencillo y útil, ¡que dos palabras tan atractivas puestas juntas! ¡Qué bien nos sentimos cuando abordamos algo por primera vez y el diseñador ha sido tan hábil que somos capaces de utilizarlo sin esfuerzo! ¿De donde sale esta habilidad? Pienso que del estudio y conocimiento del usuario y sus necesidades. Cuanto más sencillo es algo, más esfuerzo de diseño tiene detrás. Si algo sencillo es hermoso se ha aplicado un enorme talento en su creación.

Lo contrario nos genera una fuerte insatisfacción. Cuando el uso de algo es innecesariamente complicado, o requiere la realización de tareas que no aportan nada o que podrían fácilmente evitarse, nos irrita y nos hace más infelices. En referencia al efecto que tienen en nosotros la obligación de realizar tareas que se podrían evitar automatizándolas, Eduardo Punset, en su formula de la felicidad, incluye un parámetro que nos reduce la felicidad y que le llama interferencia con los procesos automatizados.

¿Podemos aplicar estos conceptos al ámbito comercial? Pienso que no sólo podemos sino que debemos.

Algunos ejemplos

Un término cada vez más en escuchado es la "usabilidad", en especial aplicada al diseño de aplicaciones o páginas web. Uno de los profesionales imprescindibles en el diseño web es el diseñador de interacciones. Un ejemplo impresionante es la web de idealista. Detrás de su incomparable facilidad de uso y potencia hay una enorme inversión de talento y recursos. Entre los que han dejado su impronta en este portal está Juan Leal. Me encanta la presentación de su blog: "Por un mundo menos complicado. La visión de Juan Leal sobre cómo hacer las cosas más sencillas"

Recientemente he incluido en mi blog una lista de "blogs amigos". Eché un vistazo a los widgets disponibles en Blogger y había uno justo para eso. Es sorprendentemente sencillo de usar y pude hacer sin ningún esfuerzo exactamente lo que quería hacer. El que lo diseñó sabía lo que hacía. Estas son las cosas que enganchan a los usuarios.

Cuando nos planteamos elaborar una oferta para un cliente, ¿realmente tenemos en cuenta sus necesidades? ¿Hacemos el suficiente esfuerzo por conocerle? ¿O a veces nos quedamos mirándonos el ombligo y le hacemos la oferta que mejor nos viene a nosotros, para intentar colarsela con calzador? Vamos a intentar que cada oferta que hagamos sea mejor que la anterior, y que sea sencilla de entender con opciones claras y  orientadas a las necesidades de nuestro cliente. ¿No os parece?

Sugiero que cuando nos pongamos a hacer cualquier cosa para nuestros clientes, nos intentemos poner en su piel y ver cuales son sus necesidades y circunstancias. Vamos a intentar ponerles las cosas lo más fácil posible. Además, cada vez tenemos más herramientas que no hacen estrictamente imprescindible ir a verle. Hay muchos clientes satisfechos que no han sido visitados nunca. Nos lo agradecerán con su fidelidad.

¿En qué aspectos piensas que se puede aplicar la sencillez con los clientes? ¿Tienes ejemplos interesantes?

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P.D. A los diseñadores de los envoltorios "abrefácil": por favor un poquito más de interés.